jueves, 30 de enero de 2014

LA ESPERA

El médico me pidió el teléfono antes de salir de la consulta y lo apuntó en una receta que guardó en el
bolsillo de su uniforme verde. Como ya comenté anteriormente, quedó en llamarme después de comer tras haber hablado con los pediatras. Estuve toooooooda la tarde del martes pendiente del teléfono, pero no llamó nadie.
Hicimos todo tipo de conjeturas:
- Les habrá surgido una urgencia...
- Los pediatras no estaban...
- Se manchó el uniforme en la comida y lo echó a lavar con mi teléfono dentro del bolsillo...
- ¿Se habrán olvidado de mi?
- No saben que hacer y han llamado a un tercero para consultar...
- El doctor se atragantó con una patata frita durante la comida y lo llevaron a quirófano con mi teléfono en su bolsillo y sin poder contarle a nadie la urgencia de llamarme porque el ahogo no le permitía hablar...

La noche del martes, por supuesto, no dormí más que 2 horas en las que obviamente soñé que me llamaba una pediatra y un ginecólogo y el pediatra me decía: Su hijo podría venir con un retraso de 200 años. A lo que yo, ni corta ni perezosa, le respondía: No importa, las modas vienen y van, ya volverá a estar de moda más adelante. 
Como los amish.
Ayyy el subconsciente...

Que necesidad tan grande de ponerse en lo peor tienen los médicos. Deberían decirlo una vez, yo si quieren firmo que me lo han dicho (ya lo he hecho) y no deberíamos hablar más del tema. Me recuerda un poco a las noticias de la crisis que te inundan de cosas negativas hasta que te destruyen la alegría y te generan esa ansiedad que te hace pensar que todo es una mierda y lo que es peor, que no puedes hacer nada.
Total, como bien me dice una buena amiga nuestra, las fuerzas para afrontar cada cosa vendrán con cada cosa, no antes.

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