sábado, 25 de enero de 2014

UN GIRO INESPERADO

Fue en la ecografía de la semana 20.


Mientras el médico cantaba las medidas a la enfermera, que anotaba en su ordenador a toda velocidad, algo le hizo detenerse en el abdomen de nuestro bebé. Tengo que decir que las ecografías de la semana 20 son especialmente inquietantes porque son en estas en las que se mide el pliegue nucal para ver el índice de riesgo de síndrome de Down, se localizan todos los órganos en formación del bebé y donde se puede detectar algún tipo de malformación que se esté iniciando en ese génesis. Al mismo tiempo es la más esperada, es la ecografía donde se conoce el sexo del bebé y esto suele eclipsar toda la preocupación anterior porque nadie piensa que algo va a ir mal cuando puede ir bien. 

Como decía antes, el médico se detuvo en el abdomen de nuestro bebé y exclamó: intestino hiperecogénico. No teníamos ni idea de que significaba eso, pero ya sabemos todos que hay palabras que ya de primeras no te dan muy buena espina por muy ignorante que sea uno en la materia. Mi marido y yo nos miramos pero a través de un pacto silencioso, que solo él y yo percibimos, decidimos esperar hasta el final de la ecografía para preguntar que era eso de hiperecogénico y qué significaba en términos de salud para nuestro bebé.

Al terminar, el médico  nos explicó que podría ser un síntoma de fibrosis quística, que nos iba a subir el índice de síndrome de Down (en una cifra ridícula), una infección materna o incluso que no fuera NADA. Fue la primera vez que la sombra del aborto voló sobre nosotros. El médico nos dio la posibilidad de realizar una amniocentesis para descartar la fibrosis quística y el síndrome de Down por si decidíamos interrumpir el embarazo. No necesitamos pensarlo, lo descartamos en el mismo momento. Ante un 80% de posibilidades de que no sea nada quien es tan tonto de quedarse en el negativo 20%.
Es más, tengo que remitirme de nuevo a nuestros amigos asturianos que pocas semanas antes en esta temida ecografía de las 20 semanas les anunciaron que su bebé tenía un higroma quístico. Todo su proceso, que por distancia vivimos en la lejanía pero por amistad y empatía de estar compartiendo un embarazo casi a la par, nos sirvió de reflexión y de ayuda al ver con qué valentía, convicción de ser padres hasta el final y aceptación de que lo que a uno le viene, le viene porque puede ser soportado sin plantearse egoistamente los cambios vitales que puede suponer tener un hijo con problemas, esa inmensa lección de generosidad ya había calado muy dentro de nosotros. 
Gracias a Dios el ecografista de nuestros amigos se equivocó y su bebé está perfectamente sano aún por venir al mundo.


Así nos fuimos con nuestro informe en el que decía: Se le explica a la paciente que aunque la mayoría de los casos la hiperecogeneidad intestinal es una variante de la normalidad existe un 15,20% de casos que puede responder a infección materna o fibrosis quística. La paciente no desea estudio invasivo. Se solicita TORCH y parvovirus. (Estos últimos son unos análisis de sangre para descartar la infección materna).
Se me olvidó deciros que a la salida le preguntamos ya en la puerta al ginecólogo ¿Es niño o niña? Algo que uno espera con tanta ilusión casi pasó a ser la última noticia que nos interesaba después de las anteriores. NIÑO, nuestro bebé sería Lucas y no Patricia. Mandamos mensajes a la familia y amigos con esta noticia que como era de prever hizo mucha ilusión y volvió a crear un halo cómplice con nuestros amigos asturianos que también esperaban un niño, una coincidencia más.

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