sábado, 25 de enero de 2014

TODOS CON LUCAS

En casa.

La noticia que había llegado el 27 de diciembre, justo después de Navidad, tiñó la alegría de aquellas fechas de un color gris oscuro que se iba comiendo poco a poco todos nuestros planes futuros como familia de cinco, como la llegada de un bebé a casa que suponía que la pequeña tenía que dar un estirón de autonomía y a la mayor entrar por fin el gusanillo de la responsabilidad, toda la ropa diminuta de colores que llenaban las cajas a la espera de lavarse en el último momento, la ropa nueva que por fin pudimos comprar sin lazos ni corazones... Creo que todos queríamos esconder aquellas cosas o que se desintegrasen de repente, no hablar más de roles entre hermanos, ni de cuidados del recien nacido, ni del tipo de bañera que íbamos a usar o el color de la funda del carro que ya habíamos encargado...  
Nuestro tema de conversación empezó a reducirse a ¿Se ha movido hoy? a partir de ahora con la espada de Damocles de que en cualquier momento la respuesta podría ir acompañada del hecho más trágico para el cual nos teníamos que ir preparando.
Le tuvimos que explicar a nuestra hija mayor que Lucas no estaba bien y que era muy posible que falleciera, a lo que respondió que era injusto, que con lo que costaba hacer un bebé, ahora que ya lo habíamos conseguido no entendía por qué se tenía que morir. 

Internet es una herramienta que nos otorga un poder impresionante al proporcionarnos tantísima información, pero la información no siempre es agradable e incluso la que si lo es me producía una enorme pena. ¿Qué será de Lucas? ¿Cual será su historia? Me pregunto una y otra vez cuando leo las historias de los demás. ¿Estaré yo a la altura de las circunstancias si Lucas lo consigue? ¿Y si no lo logra? He conocido gente encantadora en internet que ha querido compartir conmigo sus experiencias y me han llenado de esperanza con sus relatos y su ánimo prácticamente a diario.

La familia 

No puedo evitar empezar hablando de mis padres, quienes lo viven de primera mano por estar conviviendo con nosotros. Si esto fuera una película, de la que mi marido y yo somos los protagonistas, ellos serían sin duda los coprotagonistas. Nunca hablamos de sus sentimientos respecto a Lucas, en cambio están ahí presentes porque los percibimos en cada detalle y porque la tristeza está instalada en casa y queramos o no, todos nos cruzamos con ella en algún momento del día. Los misteriosos pactos no hablados surgen aquí de nuevo, procuramos no hablar demasiado tiempo seguido del tema para no llegar a conclusiones finales y no profundizar en la herida de manera que todos nos mantenemos enteros de cara al resto, aunque en el fondo todos sabemos que en la soledad de nuestra habitación cada uno nos derrumbamos al cerrar la puerta y nos otorgamos la libertad de, por qué no, ser débiles un ratito.

La familia de mi marido vive a unos 200 Km y nos acompañan mandándonos mensajes de cariño y dedicando a Lucas sus oraciones, ahora que tanto las necesita. Recuerdo un mensaje del abuelo que me impactó mucho por la seguridad con la que afirmaba que Lucas saldrá adelante si o si. Puede que hasta me pareciese imprudente en ese momento, pero después pensé que Lucas se merecía que creyésemos en él de esa manera porque ahí estaba, a pesar del mal pronóstico del embarazo él estaba ahí luchando y su abuelo tendiéndole la mano y diciendo: Yo creo en ti. Aquel mensaje me pareció un acto de fe increíble que enseguida hicimos nuestro.

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